El hilo rojo del destino, una leyenda que te dejará sorprendido


Según una leyenda todas las personas tenemos atado en nuestro dedo meñique un hilo rojo y estamos destinadas a conocer y amar a la persona que tiene atado el otro extremo del hilo rojo en su dedo meñique. Pero, ¿por qué al dedo meñique? Puede que tenga que ver con la arteria cubital que conecta nuestro corazón con este dedo. 

Este hilo rojo une a dos almas gemelas eternamente, sin importar si tiene otra pareja, la distancia, las circunstancias y la vida que tengan. El hilo rojo puede enredarse, tensarse, estirarse pero jamás romperse. Si estas almas están destinadas a encontrarse, lo harán y vivirán una historia de amor profunda y muy importante.

Puede que tarden en conocerse o se conozcan desde muy jóvenes. No importa que vivan en puntos extremos del mundo, el hilo es muy elástico y se encogerá cuando estén cerca. Lo que nunca hará, será romperse.

Dice la leyenda que cuando nacemos ya lo traemos atado a nuestro dedito y que nos acompañará siempre a lo largo de nuestra vida sin importar cuanto se enrede y desenrede. También dice que es el abuelo de la luna el que sale cada noche en busca de almas gemelas y cuando las encuentra, se inclina y las ata con mucho cuidado con este fino y fuerte hilo rojo. Así queda decidido el futuro de cada persona y guiará sus corazones para que se encuentren.

Esta leyenda también cuenta que un joven Emperador que se enteró de la existencia de una bruja capaz de ver el hilo rojo y mandó a traerla ante su presencia. El joven Emperador le pidió a la bruja que buscara el otro extremo del hilo rojo atado a su meñique y lo llevara ante la que sería su esposa.

La bruja empezó a seguir el hilo rojo del Emperador hasta que llegó a un mercado donde una campesina ofrecía sus productos con una bebé en brazos. Se detuvo frente a ella y le dijo al Emperador que hasta ahí terminaba su hilo. El joven Emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina y la bebé cayó al suelo, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Ordenó detener a la bruja y que le cortaran la cabeza.

Muchos años después, cuando llegó el momento de que el Emperador se casara, su corte le recomendó que desposara a la hija de un general muy poderoso y el Emperador aceptó. El día de la boda, la novia entró al templo con un hermoso vestido y un gran velo que la cubría. Al levantar el velo y ver por primera vez a su futura esposa, vio en su hermoso rostro una cicatriz en su frente. Sí, era la bebé que cargaba la campesina en el mercado.

El destino a veces es muy caprichoso y no podemos hacer nada que vaya en contra de nuestro hilo rojo. Ni cortarlo ni destruirlo. Este hilo conecta amores profundos y eternos. 

Cierta o no, esta leyenda nos hace pensar bastante. Así creamos o no, esta leyenda nos hace suspirar y tener esperanza que estamos con la persona correcta o que allá afuera hay alguien a quien estamos destinados a conocer y amar. Todos hemos escuchado historias sobre el amor verdadero y todos lo deseamos. Muchas veces creemos tenerlo pero nos estrellamos. 

En fin, quiero creer en esta leyenda y que pronto encontraré a la persona atada al otro extremo de mi hilo rojo. Y tú, ¿crees o no en esta leyenda? Piensa en todas las personas que son o han sido importantes y significativas para ti, ¿crees que alguna es la que está atada al otro extremo de tu hilo rojo? ¿o aún no la conoces?

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