Una investigación publicada por New York Times (10/10/2025) reveló que altos funcionarios venezolanos ofrecieron a la administración de Donald Trump una participación dominante en los sectores petrolero, gasífero y minero de Venezuela. A cambio, Caracas buscaba aliviar las sanciones, frenar la acumulación militar estadounidense en el Caribe y evitar una posible intervención.
Las conversaciones —según el medio estadounidense— fueron encabezadas por el entonces enviado especial de Washington, Richard Grenell, y contaron con el aval directo de Nicolás Maduro. El plan incluía revertir contratos energéticos con China, Rusia e Irán, restablecer el flujo de petróleo hacia Estados Unidos y otorgar contratos preferenciales a empresas norteamericanas.
Sin embargo, la iniciativa fue bloqueada por la línea dura dentro del gobierno estadounidense, liderada por el secretario de Estado Marco Rubio, quien calificó a Maduro como “fugitivo de la justicia estadounidense” y se opuso a cualquier acercamiento diplomático.
En paralelo, la líder opositora María Corina Machado —recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz— presentó en Nueva York un plan alternativo para la reconstrucción económica de Venezuela bajo un gobierno democrático. Su asesora, Sary Levy, advirtió al New York Times que “lo que Maduro ofrece no es estabilidad, sino control, un control sostenido por la represión y el miedo”.
Pese al rechazo político, algunas empresas energéticas estadounidenses y europeas mantienen operaciones limitadas. Chevron recuperó su licencia para exportar crudo, y Shell fue autorizada a retomar la producción de gas en el yacimiento Dragón, bajo una cláusula que obliga a invertir en proyectos sociales en lugar de pagar al Estado venezolano.