A pocos meses de iniciado el
pontificado de León XIV, una decisión suya ha encendido un intenso debate
dentro y fuera de Roma: el regreso de la Misa tridentina al altar central de la
basílica de San Pedro. El 25 de octubre, en el marco de la peregrinación Ad
Petri Sedem, organizada por la asociación Popolo Summorum Pontificum, la
liturgia en latín volverá a celebrarse después de tres años de ausencia.
El permiso llega tras las
restricciones impuestas en 2021 por el Papa Francisco mediante el motu proprio
Traditionis Custodes, que limitó fuertemente las celebraciones del rito
antiguo. Ahora, León XIV abre una puerta inesperada para quienes defienden la
liturgia previa al Concilio Vaticano II, lo que muchos consideran un giro que
marcará la relación del Vaticano con los sectores más tradicionales.
La ceremonia tendrá como
celebrante al cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de 80 años, conocido
por su oposición pública a las reformas de Francisco. Su figura le da un valor
simbólico a la celebración, ya que se ha convertido en referente de los grupos
más conservadores de la Iglesia.
La Misa tridentina, también
llamada Misa en latín o Forma Extraordinaria del Rito Romano, fue codificada en
1570 por el Papa Pío V tras el Concilio de Trento y se mantuvo como rito
universal hasta la reforma litúrgica de 1969. Su característica principal es la
celebración en latín y la orientación del sacerdote ad orientem, es decir, de
espaldas a los fieles.
Para movimientos como la
Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y comunidades afines, este regreso es un
logro que reivindica años de persistencia en defensa de la liturgia tradicional
y de su práctica sin restricciones.
A la Misa tridentina muchos
le dicen la “misa prohibida” porque, aunque sigue siendo válida en la Iglesia
Católica, el papa Francisco limitó en 2021 su celebración con normas más
estrictas: solo se puede oficiar con autorización del obispo y en lugares
específicos. Esta decisión restringió la libertad que había otorgado Benedicto
XVI en 2007, y por eso muchos fieles sienten que fue prácticamente vetada,
adoptando ese nombre simbólico.