Petro invitó a Trump a Colombia: “nos vamos juntos a destruir fábricas de cocaína”


El indulto concedido por Donald Trump al expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, condenado por delitos de narcotráfico en Estados Unidos, abrió un nuevo frente de tensión política en la región. 

Desde Bogotá, Gustavo Petro cuestionó abiertamente la decisión y lanzó una invitación directa al presidente estadounidense para que visite Colombia y observe de cerca los operativos contra las redes de cocaína.

Petro afirmó que liberar a un dirigente señalado por vínculos con el narcotráfico resulta “desmoralizante” para quienes han puesto en riesgo su vida combatiendo estas estructuras criminales. 

En sus mensajes recordó que, durante su gobierno, las fuerzas de seguridad han destruido miles de laboratorios y fábricas de cocaína, e insistió en que esos resultados suelen ser ignorados en los discursos de Washington.

La respuesta se produce tras meses de intercambio de acusaciones. Trump ha llamado a Petro “matón” y lo ha responsabilizado de un supuesto aumento de la producción de drogas, mientras amenaza con recortar la ayuda a Colombia si no observa cambios drásticos en la lucha antidrogas. 

Petro, por su parte, sostiene que el problema está en la demanda en EE.UU. y Europa, así como en la histórica presencia de estructuras paramilitares y mafiosas en el territorio colombiano.

Al invitarlo a recorrer laboratorios destruidos y zonas intervenidas, Petro busca confrontar con hechos el relato de inacción que se impulsa desde la Casa Blanca y exponer las cifras de decomisos y operaciones realizadas en los últimos años. 

Analistas señalan que el gesto también tiene un componente simbólico: posicionar a Colombia como socio dispuesto a cooperar, pero no como receptor pasivo de sanciones o señalamientos unilaterales.

Este cruce se suma a una relación bilateral ya marcada por desacuerdos en temas de migración, política regional y respuesta a las operaciones militares de EE.UU. en el Caribe, lo que hace más complejo el equilibrio entre cooperación antidrogas y respeto mutuo.

¿Podrá esta controversia abrir un debate más profundo sobre cómo debería ser la lucha conjunta contra el narcotráfico o solo ampliará la distancia entre Bogotá y Washington?

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