Si Joe Biden, pase lo que pase, es el gran derrotado de la jornada en clave electoralista, demostrando una vez más la extrema debilidad de su administración, Trump sale reforzado:
En primer lugar Trump puede ganar fácilmente la batalla del relato. Él es el hombre que apostó por la pacificación en Oriente Medio, él advirtió a Netanyahu de que estaba perdiendo la guerra mediática y él fue quien criticó con mayor contundencia la descongelación de fondos iraníes de Joe Biden.
Pero la cómoda posición de Trump no termina ahí; Los bloqueos huitíes a las rutas comerciales con el beneplácito de Irán son un sinónimo de aumento en los precios del petróleo, un aumento capaz de generar grandes tensiones financieras en los EEUU y que a todas luces perjudicará a la administración Biden.
Además, los ciudadanos estadounidenses no quieren verse involucrados de forma directa en un conflicto bélico. Trump tiene ganada la partida al viejo Joe en Europa del Este, pero también podría ganarle definitivamente la jugada en Oriente Medio si Biden se extralimita a la hora de brindar apoyo a Israel antes de las elecciones presidenciales.
Biden ha cometido un error estratégico de manual, mantener varios frentes de conflicto abiertos de forma simultánea, poniendo en riesgo la solvencia de la economía estadounidense, pero también amenazando teóricamente los estados de "bienestar europeos": O tienes unos servicios públicos de calidad (sanidad, pensiones…) o tienes un gran potencial militar. Ambas cosas son difícilmente compatibles y forzar a las naciones de la UE a adoptar una economía de guerra para sufragar conflictos, no parece una gran idea, ya que es el caldo de cultivo perfecto para que los sindicalistas franceses o españoles se rebelen.